Debe ser anulada su inscripción de los partidos políticos para las elecciones del 2026

NO A LAS FIRMAS FALSAS

Según Oswaldo Carpio Villegas, analista político: “Por, ser una señal de inmoralidad y una falta ética”, para participar en los comicios electorales

Oswaldo Carpio Villegas, hace un análisis sobre las firmas falsas detectadas por el ente electoral y propone descalificar a estas organizaciones políticas que no cumplen el requisito para participar en los próximos comicios electorales. A continuación revelamos su opinión. 

¿Cómo se puede explicar que 32 de las 43 organizaciones políticas hayan presentado firmas falsas para su inscripción? 

En el Perú, desde hace ya tres décadas, se instaló en la política peruana la cultura y la moral de la pendejada, que es la moral del todo vale, que se manifiesta en una práctica destructiva de la sociedad política, específicamente de los dueños de los partidos políticos -mayoritariamente vientres de alquiler y organizaciones creadas para servirse del poder- del Estado; a ellas es preciso sumar las organizaciones generadas por ellos y a las ONG que utilizan los recursos de las financieras internacionales para hacer activismo político con centenares de millones de dólares que son utilizados en forma opaca, oscura y con intereses políticos muy definidos. En este mundo están las organizaciones políticas antisistema cuyo fin es destruir la democracia con el fin de instalar en el Perú el neo-comunismo o Socialismo del Siglo XXI. En medio de estas organizaciones están aquellos que sostienen que son una alternativa moral pero que en los hechos son parte de la misma cultura política a la que dicen recusar. No estamos hablando de un tema baladí. Se trata, para usar categorías de la filosofía aristotélica, de la esencia del discurso político de las llamadas “nuevas” organizaciones políticas que afirman que hay que cambiar la política peruana.  Sin embargo, estos moralizadores y reformadores han terminado formando parte de la cultura de la pendejada, el todo vale.  Los moralizadores no han pasado ni el examen básico que es el de la creación de sus partidos. Crear un partido basándose en el fraude, el engaño, la falsificación de firmas es una expresión de una profunda decadencia moral.

¿El fin justifica los medios? 

En política, basados en la cultura de la pendejada -“todo vale” y “a pendejo, pendejo y medio”- crear verdaderas fábricas de firmas es un asunto sin importancia cuando se trata de conseguir la inscripción de sus partidos. Si somos estrictos, la ética política debería sustentarse en la tesis de “los medios justifican el fin”. Nos encontramos ante una ética que contraviene todo principio moral universal -como sostiene Inmanuel Kant: ¿tus actos responden a una ley moral universal? ¿Es una ley universal que todos los partidos políticos se inscriban falsificando firmas, creando verdaderas fábricas de firmas para lograr su inscripción, robando la afiliación de los ciudadanos? Éticamente, los partidos políticos que han falsificado firmas están descalificados para participar en los procesos electorales del 2026. Si mi discurso político es el de construir un país transparente, desarrollado, un país en el que se produzcan cambios significativos en la calidad de vida de los ciudadanos y si me presento como el defensor del cambio político y moral, ¿cómo explican los críticos del actual sistema político la utilización de métodos vedados -robo, fraude- con el fin de construir una nueva política en el país? Esta flagrante estafa al Estado y a la sociedad peruana los descalifica moralmente. Los medios justifican el fin debería ser el lema. Para ellos, la estafa, el engaño, la suplantación está alumbrado por la tesis de “el fin justifica los medios”, lo que es más de lo mismo de la casta política decadente.

¿Existen delitos en la falsificación de firmas? 

Existe el delito de suplantación de la identidad de otras personas. Estamos hablando de que se han apropiado de la firma y hasta la huella digital de ciudadanos para inscribir a los partidos. Es como falsificar la firma en una chequera con el fin de robarle su dinero a una persona. No se trata de un delito de segundo orden. Si en el ingreso a las universidades se descalifica al alumno que se presta al juego de la suplantación de su identidad al pagarle a alguien para que dé el examen de ingreso por él, ¿cómo no se va a descalificar a los partidos que han organizado verdaderas fábricas dedicadas a robar identidades, firmas, huellas digitales y la voluntad libre de los ciudadanos para inscribir a sus partidos políticos?

¿Se puede calificar de una política fraudulenta? El fraude electoral puede ser antes, durante y después de las elecciones.

Ha existido dolo, voluntad de fraude, es decir, de engaño y estafa, y eso es imperdonable. En este caso, el fraude se ha producido antes de la realización de las elecciones. ¿Qué es fraude? Es engaño, estafa, dolo, mentira, falsedad. Si existe, antes de la participación en el proceso electoral, una vocación dolosa por el engaño, ¿qué se puede esperar durante el acto comicial y durante en el conteo de los votos? Estamos ante una voluntad fraudulenta que no puede ser pasada por agua tibia. Esos partidos ya están descalificados o se han descalificado a sí mismos.

 

 

¿Qué es lo que se debería hacer?

El JNE que es el organismo que tiene a su cargo la justicia electoral deberá sancionar a esos partidos descalificándolos, señalándolos, marginándolos y retirándolos de la contienda electoral. Repito: los medios justifican el fin. Si quieren cambiar el Perú y se definen muchos de ellos, la conciencia moral del país, deberían si tienen una pizca de honorabilidad, retirarse del proceso electoral inmediato, volver a hacer las cosas bien y presentarse en el siguiente proceso electoral.

Finalmente, ¿hay antecedentes de un fraude de esta magnitud?

Sí. Desde la lucha por la recuperación de la democracia, durante la convocatoria a la Asamblea Constituyente, los partidos como UDP, UNIR y otros, se inscribieron creando verdaderas fábricas de firmas. Entonces, no existían los medios probatorios. Hoy sí. Desde entonces, se vendían los documentos reservados de identidad de los ciudadanos. En la última década de los años 90 y en las primeras del 2000 destacados políticos y comentaristas políticos que lucen pulquérrimos falsificaron firmas para inscribir a sus partidos. Algunos fueron sancionados judicialmente. Otros, lograron la impunidad. La matriz fraudulenta, en un amplio espacio de la casta política se mantiene. Es claro que hay partidos creados para usufructuar del poder. Hay otros dedicados a destruir la democracia. Otros son vientres de alquiler y un grupo son organizaciones criminales creados por robarle al Estado en los distintos niveles del Estado: local, regional y nacional pues mientras la economía peruana siga creciendo será un gran negocio formar un partido para vivir de los fondos que otorga el Estado a los partidos y para cobrar porcentajes por las obras, crear empresas con terceros que ganan todas las licitaciones. Si los llamados “nuevos partidos” quieren cambiar las cosas, deben ser coherentes. Mientras tanto, los 32 partidos falsificadores están descalificados moralmente. Hay que premiar y reconocer a los que no han actuado haciendo fraude antes del sufragio, una señal de que actuarán limpiamente en los comicios y en el conteo de los votos. No hay mal que por bien no venga. El país se depura de los que tienen vocación dolosa.

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