Oswaldo Carpio Villegas, analista político y consultor en gestión pública hace un análisis a casi un año de la actual gestión municipal de los alcaldes, periodo 2023-2026. Y manifiesta que a la mayoría le falta tomar decisiones y contar con equipo de profesionales capaces para lograr sus promesas electorales, salvo algunos burgomaestres que están destacando en estos primeros meses de su administración. A continuación revelamos su entrevista.
Han transcurrido poco más de diez meses de gestión municipal en el Perú, ¿cuál es su evaluación sobre la labor de los alcaldes? Lo primero que hay que precisar es que los alcaldes son estadistas de la ciudad. No son gerentes ni administradores. Son políticos en el mejor sentido de la palabra. Política, esa palabra que repetimos a diario, viene de polis (ciudad). El alcalde es el gobernante de la ciudad. Es un estadista o debería serlo. Si el 80% de los peruanos habitan en ciudades grandes, medianas y pequeñas, el alcalde tiene que ser un político – sabio, pues en sus manos está la vida de cientos de miles de personas. En Lima habitan 12 millones de personas -incluidos 1,1 millones de venezolanos-. Los distritos son muy grandes en extensión, habitantes y recursos. Ergo, el alcalde debe ser la persona más preparada de su ciudad para gobernarla.
¿Y cuál es su evaluación? Hay mucho aventurero que se lanza a las elecciones sin la más mínima preparación y con fines nada santos. La mayoría de los alcaldes no son ni sabios ni virtuosos ni les interesa serlos. Son muy pocos los alcaldes que tienen una visión, una misión, un programa concreto, una estrategia de gobierno, una política de comunicación -asunto estratégico en las tareas de gobierno- y una conducta ética de manejo escrupuloso de los recursos públicos y de compromiso real con la gente.
¿Es tan crítico su punto de vista? Si, haber prohibido la reelección inmediata de los alcaldes ha ido en desmedro de los mejores, los que construyeron liderazgos que renovaron sus distritos. Se debe reformar la Constitución para permitir, nuevamente, la reelección inmediata por una vez. Ocho años son suficientes para producir un cambio en nuestras ciudades. Podrían volver a postular luego de cuatro años. Hay tiempo para realizar ese cambio constitucional. Así, se promoverá a los mejores. La alcaldía es el primer peldaño de la democracia. Pocos son los que dan la talla.
¿Incluye en esta evaluación al alcalde de Lima Rafael López Aliaga? Desde mi punto de vista López Aliaga sí ha dado la talla porque ha enfrentado los grandes problemas de la ciudad con iniciativas muy potentes. Lo que sucede es que su estrategia de gobierno es dispersa y golpea a diario sin que los ciudadanos perciban un rumbo definido. López Aliaga es una suerte de “peleador callejero”, pelea contra todos con la misma intensidad por carecer de estrategia política y por un bajo control de sus emociones. Es un líder estoico a medias, porque el estoico gobierna sus emociones. Él sigue peleándose con los periodistas afectando su propia imagen. Algunos de ellos que se perciben divos por su ridícula arrogancia e ignorancia critican sin un conocimiento profundo. El político-sabio debe tener control emocional: tino y tacto para reírse de la arrogancia de los ignorantes que creen que saben todo.
¿Qué es lo que destaca del alcalde de Lima? Está atacando con éxito un tema central: el hambre, la anemia, la desnutrición. La lucha contra la pobreza es un asunto estratégico para el Estado. Salvar los cerebros de los niños para que de adultos tengan un desempeño en igualdad de condiciones. De otro lado, la lucha contra la corrupción de Odebrecht es un tema central y lo está haciendo bajo su estrategia. Igualmente, en la seguridad ciudadana que ha sido clave su aporte con las Cámaras de Vídeo-Vigilancia para identificar a los vándalos destructores de Lima. De otro lado, su labor en el Centro Histórico, en la promoción de la cultura y el arte, en el orden, la seguridad y la limpieza está permitiendo la revaloración total del Centro Histórico. López Aliaga tiene esos méritos que se deslucen con su táctica de “peleador callejero”, una falta de estrategia gubernamental, taciticas no adecuadas y su bajo control emocional en los medios de comunicación. Pero, su liderazgo como alcalde, comprándose todos los problemas de la ciudad es el de un estadista.
¿Qué queda por delante a los actuales alcaldes? Hay buenos alcaldes en los distritos como Carlos Bruce, Francis Allison, Eduardo Bless, Pedro Spadaro, Jesús Gálvez, Emilio Chávez, entre otros. Pero, la mayoría, no da la talla (“lo que natura no da Salamanca no presta”). Pero tienen tres años para superarse. Los ciudadanos de los distritos deben aprender a votar y a escoger a sus gobernantes. Algunos malos alcaldes han devenido “tiktokeros” con mensajes demagógicos, propagandísticas, audios y voces chillonas, denigrantes. No tienen la menor idea de una política de comunicación gubernamental estratégica. No escuchan al vecino. Imponen. Eso impide que actúen de la mano de los líderes sociales, impulsando la participación comprometida del vecino con su calle, su barrio, su distrito. Para gobernar se necesita una visión de la ciudad, un Programa Concreto de Gobierno, una estrategia gubernamental, una política de comunicación y un compromiso ético. Se requiere equipos humanos de expertos en las distintas gerencias y subgerencias. Algunos prefirieron so pretexto del orden dedicarse a cerrar locales de grandes y pequeñas empresas con fines de extorsión.
¿Qué medidas pueden tomar para mejorar sus gestiones? Hay que ser claros. En algunos distritos los vecinos están a la espera del tiempo calendario necesario para iniciar la vacancia a alcaldes absolutamente incompetentes. De otro lado, si no tienen un plan de gobierno, por lo menos, deberían tomar como orientación las Metas fijadas por el MEF en el Presupuesto por Resultados y el Programa de incentivos. Esas metas podrían ser los objetivos básicos que los impulsen a actuar con un mínimo de capacidad de gobierno. En medio de la recesión tarea de los gobernantes de los distritos es luchar por la reactivación económica, impulsar las inversiones, apoyar la creación de empleo. Tienen que estudiar la Ley Orgánica de Municipalidades para entender que esas son tareas del alcalde en el nivel provincial y local. Renovar y mejorar las ciudades que tienen fundamentos para el turismo cultural, gastronómico, histórico, comercial, etc., fortaleciendo su competitividad en concertación con los actores privados. Desde el ámbito público es mucho lo que se puede hacer si es que se tiene real vocación de jefe democrático de la ciudad. De lo contrario, los espera la vacancia.
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EDGARD NAOLA ORDOÑEZ